viernes, 10 de septiembre de 2010

Capítulo 6 "Un poco de libertad"


Cerró Antonio sus ojos delante de la puerta antes de abrirla y luego hizo pasar a Camilo. En su interior había un murciélago que fue volando hacia él haciéndolo cubrirse con sus manos el rostro en un primer momento, pero frenó su vuelo delante de sus ojos y se quedó mirándolo como saludándolo, dio dos vueltas a su alrededor y salió por la puerta. Cuando quiso salir a verlo volar por los pasillos se topó con uno de los vampiros que ya había conocido en su ceremonia de transformación. Era alto y fornido, fue duro golpearse contra su torso.
-¡Era cierto entonces! ¡Los vampiros se convierten en murciélagos!-Dijo Camilo asombrado.
-¡Ha, Ha, ha! ¡Sabía que pensarías eso! Por eso te he traído aquí, para enseñarte alguno de nuestros trucos. No, Gustavo no se transformó en murciélago. ¿Recuerdas que mientras te contaba mi historia te he dicho que dominamos las mentes y podemos observar a través de sus ojos?
-Es verdad, su historia, por cierto no he tenido la oportunidad de deciros que lamento lo de su esposa e hija.
-Gracias, pero eso ahora ya no importa. He elaborado mi duelo .Volvamos a lo de los murciélagos. Como venía diciéndote, el murciélago que creíste ser un vampiro, estaba siendo manipulado por mí, como un títere, y yo te miré directamente a los ojos a través de él. Y Gustavo ya sabe el truco así que vino aquí inmediatamente.
-¡Ah! Es por eso que la gente cree que los vampiros se convierten en murciélagos. ¿Y por qué sólo usan murciélagos? Si pueden dominar hasta leones.-Preguntó inocentemente Camilo.
-¿No crees que ver merodeando a un león por Venecia levantaría sospechas o pánico? Y no usamos sólo murciélagos. Pero la gente no sospecharía de una paloma que se posa en la ventana.
-Cierto.-Afirmó Camilo.
-Las palomas son muy útiles para poder observar la ciudad durante el día, puesto que no podemos salir hasta el crepúsculo, porque el sol nos desintegraría. Pero de noche los pajarillos duermen. Y los murciélagos despiertan. De noche no es que los utilicemos para observar solamente, puesto que de noche podemos salir. Pero no debemos mostrarnos mucho porque la gente nos conocería y sospecharía. Así que enviamos primero a nuestros espías a ver si podemos movernos libremente.
Y los humanos desconfían de los murciélagos por varios motivos. El primero y el más prejuicioso, es porque los ven feos. Otro, porque a veces muerden y traen enfermedades y el último es el que los asocia con nosotros, los utilizamos para acorralar víctimas y llevarlas a algún lugar aislado donde luego aparecemos y atacamos.
-¡Qué horror!-Dijo Camilo.
-¡Otra vez con tu moral! Ya te he dicho, algunos humanos están mejor muertos y a ellos es a quienes necesitamos para alimentarnos. Mañana por la noche te enseñaré a cazar a algún malnacido. Ya está amaneciendo y conviene guardar fuerzas. Siéntate, concéntrate en esta paloma y piensa que eres ella.-Le dijo Antonio, mientras sacaba una paloma de su jaula .-¡Ahora trata de ser ella y vuela, cierra tus ojos y vuela!
-¡Vuelo! ¡Veo todo desde arriba y nos veo!  - Los deseos de Camilo de recorrer todo el palacio  y hacerlo desde las alturas le dieron una sensación de libertad inmensa. Tan libre se sentía que hizo que la paloma se colara entre las cortinas y saliera a volar sobre la ciudad. Voló hacia el amanecer y sobre toda la ciudad. Luego abrió los ojos y agradeció a Antonio por mostrarle ese poder.
La curiosidad de Camilo siempre fue grande, y ahora teniendo la posibilidad de espiar y admirar todo se sentía realmente inspirado, viajaba con los ojos cerrados y luego los abría para escribir sus relatos. Era la parte de ser  vampiro que más le atraía. Su mente voló por largas horas. Le gustó observar sus antiguos recorridos, la plaza, el puente donde escribía y leía, la casa de sus padres, sobrevolar los canales, se sentía libre como nunca.
Hasta que vio que pasaba el gondolero que lo salvó de su muerte  e hizo que su paloma se posara en la góndola para observarlo. Fue muy grande su sorpresa cuando vio que el gondolero dejó de remar y se sentó a descansar, sacando de su morral un montón de hojas atadas con un lazo rojo. ¡Eran la mayoría de sus escritos! Seguramente los que no cayeron al agua, cayeron en la góndola, pensó .
-¿Pero, por qué los ha juntado, y guardado?-Se preguntó Camilo. Seguidamente vio como el gondolero comenzaba a leer y como unas lágrimas se asomaban a sus mejillas.
Tenía ganas de hablarle pero Camilo estaba presente a través de la paloma, así que solo pudo observar y escuchar.
-¡Como el destino pudo llevarse a este talentoso poeta! ¡Cuán feliz hacía a los demás con sus palabras! Es injusto.-Dijo el gondolero y siguió leyendo los poemas.
Camilo se quedó muy consternado de ver tan triste al gondolero, además de asombrado. Nunca imaginó que además de las damas amigas suyas, había otros que  lo admiraban.
Sintió culpa. Culpa de verlo triste, porque en definitiva ese hombre había salvado su existencia.
Abrió los ojos y se puso a pensar. Tenía que encontrar el modo de encontrarse con el gondolero para que supiera que lo había salvado. Y hasta a lo mejor podría seguir mostrándole sus nuevos escritos. Mientras pensaba no se dio cuenta de que había oscurecido.
-¡Arriba Camilo! Vamos a comenzar con tu entrenamiento .Esta noche saldremos de cacería.

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