domingo, 22 de agosto de 2010

Capitulo 4 - Enmascarados



Ya se había hecho la hora. Camilo y Antonio cubrieron sus rostros,  se pusieron unas capas oscuras,  guantes en sus manos, y partieron hacia la humilde vivienda de Camilo. Era un piso sobre la zapatería de su padre.
 Cuando se aproximaron comenzaron a escuchar llorar a su madre y a su padre consolarla sin mucho logro.
Golpearon a la puerta y cuando el padre de Camilo abrió la mirilla Camilo descubrió su rostro. Inmediatamente el padre lleno de alegría abrió la puerta, los hizo pasar y después de pensar durante dos segundos comenzó a reclamarle a Camilo por haber desaparecido:
-¡Como desaparecisteis de ese modo! ¡Tu madre casi se muere de angustia y yo me hubiera muerto también si te hubieseis marchado!
-¡No estuvo en mis manos padre! Intentaba explicar Camilo.
-¡Y encima apareces vestido para el carnaval! ¡Cómo se te ocurre hacernos semejante broma! Para colmo esos muchachos, a los que la gente ha visto arrojarte  del puente…
-¿Qué con ellos padre?-Pregunto Camilo preocupado por no saber si alguien había visto algo extraño. Mientras tanto Antonio se reía de la expresión confusa de Camilo.
-¿No te habéis enterado? ¿Dónde estabais hijo mío? Toda Venecia ha visto incendiarse el barco donde habían abordado para comprar ropas nuevas.-Camilo miró a Antonio con una expresión de asombro y cuestionamiento.
Pero volvió a dirigirse a su Padre mientras tomaba la mano de su madre con su mano todavía cubierta y le acariciaba la cabeza con cariño.
-No estaba lúcido en esos momentos, el accidente del que te han hablado, donde se supondría que yo hubiera muerto realmente ocurrió.-Terminó de decir Camilo. Los rostros de sus padres reflejaban desconcierto. No comprendían que estaba queriéndoles decir Camilo.
-Pero… ¿Y tus heridas? ¡Nos han contado que vieron atravesado tu cuerpo! No comprendo.-Dijo su padre.
-¿Quién te ha sanado milagrosamente? ¿Habéis sido tu buen hombre?-Dirigiéndose la madre de Camilo a Antonio.
-Ni muy buen hombre he sido, ni he sanado a su hijo señora. Pero sí es mi persona la responsable de que en este momento puedan hablar con él.
La madre corrió a abrazar a Antonio para agradecerle y mientras tomaba impulso exclamaba:
-¡Gracias señor mío! ¡Gracias por salvarlo!-Y en cuanto lo abrazó y besó su mejilla lo rechazó de inmediato quedando muda.
-¿Qué ha sucedido mujer? ¿Por qué os has apartado así?-pregunto el padre.
-Este hombre esta frío como el hielo, y me corrió un escalofrío, parece un muerto de pie.-Seriedad había ahora en los ojos de la madre. Ojos que iban de un lado al otro, observando a ambos.
-Por favor tomad asiento que les explicaremos de que va todo esto. No es fácil de asimilar así que traten de estar preparados para escuchar lo inimaginable.
-¿Son Fantasmas?-Preguntó el padre.
-No, los fantasmas no se pueden tocar. ¿O no es así? Pero si es verdad que hemos muerto. –No terminó de decirlo que la madre de Camilo ya se había hecho la señal de la cruz.
-¿Pero entonces…que es lo que habéis venido a decirnos?-Pregunto el padre.
-Padre, Madre, sé que esto no lo podréis creer pero…soy un vampiro.
Los dos padres pegaron un salto de sus sillas y los miraron muy asustados.
-¡Pero los vampiros según las leyendas comen gente!-Exclamó la madre-¡Tú no puedes comer gente, tú no eres un asesino!-Antonio revoleaba los ojos y lo dejo a Camilo hablar solo para entretenerse con las vueltas que daría Camilo sobre el tema.
-Madre, no os preocupéis que somos vampiros de animales, los comemos crudos, pero a los animales.-Mintió piadosamente para que su madre no tuviera una imagen tan monstruosa de él.-Hemos venido a tranquilizarlos para que no siguierais buscándome. A partir de hoy no podré vivir más con ustedes, porque la gente verá que no envejezco y hará preguntas sobre el accidente. Pero creo que podré visitaros de vez en cuando. El resto de las personas deberá seguir pensando que he muerto.
-Camilo, hijo mío, me da mucha pena lo que nos ha sucedido.-Decía la madre llorando.-Yo que creía que un día te casarías y yo tendría nietos y ahora, ahora se terminó nuestra familia.-y siguió llorando. Camilo también lloraba, porque no quería desilusionar a su madre, aunque lo de los hijos no lo había pensado. Y su padre expresaba desolación.
-Por favor, no quiero ver sus vidas cambiar por lo sucedido. Yo sigo existiendo y amándolos. Y vendré siempre a visitaros de noche, pues no puedo salir al sol. Y cuidaré  de ustedes hasta el último día. Ahora viviré por siempre. Tendré tiempo para escribir, aunque no creo que pueda leer en público mis poemas. Igualmente tengo tiempo de sobra para resolver estas cuestiones.
-Bueno señores, debemos marcharnos ya.-Dijo Antonio tomando su máscara y alcanzándole a Camilo la suya.
-¡Hasta siempre madre! Y tú, padre, cuidadla mucho. Adiós.-Y se marcharon.
Ya caminando enmascarados por las calles angostas de Venecia y saltando algún que otro canal Camilo y Augusto comenzaron a conversar:
-Fue muy extraño todo lo sucedido.-Le dijo Camilo-
-Muy extraño, extremadamente extraño. Ya tenía razón tu gondolero de que sóis único.
-No comprendo.
-¿No tuviste el impulso de hincarle los colmillos a tu madre o a tu padre?
-No, solo preocupación pasaba por mi mente. El sólo hecho de pensar en mi madre muerta de susto me dejaba paralizado.
-Muy extraño. ¿Alguna vez has tenido el impulso de arrebatarle un beso a una dama, por ejemplo?
-¡No! Yo besaré sólo por amor, y todavía no lo he reconocido, cuando lo encuentre lo sabré.
-Autocontrol .Siempre parece que lo habéis tenido y parece que ahora también. Único.-Reflexionaba en voz alta Antonio.
-¿Y tú, cuando te convertisteis cómo hicisteis con tu familia?-Le preguntó Camilo a Antonio.
-Yo ya no tenía familia.-Le contestó Antonio cambiando la expresión a pura tristeza.
- ¿Quisierais contarme?
-De acuerdo, vamos a la casa y os cuento toda mi historia. Sólo porque  me habéis demostrado que eres noble y que se puede confiar en ti, te contaré mi pasado.-Y siguieron la marcha hasta el palacete brincando canales y jugando carreras a alta velocidad, total, que era muy tarde en la noche y no había un alma alrededor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario